Contra la Dictadura Parlamentaria

La mayor secuela generada por el gobierno fujimorista de los noventa, junto a las violaciones a los derechos humanos y la corrupción, fue la destrucción de nuestra autoestima ciudadana, el desprestigio de la política y la ruina de nuestras instituciones. En lo que va de este periodo democrático después de la dictadura, nos viene costando recomponer estas características y valores de nuestra sociedad.

Y a pesar de estar vigente aún el modelo neoliberal que reproduce las brechas e injusticias sociales, es innegable que hemos avanzado en esa tarea. Estamos reconstruyendo nuestra autoestima colectiva, y logramos poco a poco recuperar la acción ciudadana en la política nacional.

En ese marco, hoy el fujimorismo ­ha logrado ser la principal fuerza en el congreso, y ha intentado recomponer su imagen con renovación en su discurso y en su propia organización.

Sin embargo, en estos últimos meses hemos podido ver cómo la bancada de Fuerza Popular en el congreso, ha vuelto a desnudar su verdadero rostro político, marcado por el autoritarismo, el más rancio conservadurismo, así como por la confrontación y el insulto como herramienta para el debate.

Es lamentable observar cómo el actual parlamento de mayoría fujimorista no solo ha liberado de impuestos a las grandes empresas aéreas, desprotegido la salud de la gente debilitando la información que debieran las etiquetes en los productos que consumimos, sino además, ver cómo vienen usando su poder para atacar a las instituciones claves del Estado, como el Tribunal Constitucional y la Fiscalía de la Nación.

Todo ello con el objetivo de obstruir las investigaciones a los miembros de su partido por sus vínculos con el narcotráfico, y limitar la acción de la justicia frente a casos de violaciones a los derechos humanos, como en el caso del Frontón que vincula directamente al partido aprista.

Desde Llaqtanchispaq alentamos a ciudadanas y ciudadanos a estar alertas frente a estos intentos desestabilizadores del fujimorismo, que buscan la impunidad para los hechos de corrupción y las violaciones a los derechos humanos.

Está en juego la independencia de los poderes del Estado, y la posibilidad de retroceder en los pocos avances logrados en este periodo democrático.