Indulto y Polarización Social

El indulto al ex presidente Alberto Fujimori ha generado varias consecuencias en el país. Una de ellas es la polarización de la sociedad peruana y apurimeña entre quienes defienden la medida del indulto y los que la cuestionan y critican.

Si bien importa la forma en cómo se dio esta medida, tema que será revisado el 2 de febrero por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Costa Rica, importan también las implicancias que esta medida viene generando en la sociedad, las cuales seguirán muy activas, sea cual fuere el fallo que la Corte emita luego de revisar el indulto.

Un tema complejo que ni el Papa Francisco se atrevió a tocar en su visita. Entre otros argumentos, una de las más importantes y preocupantes consecuencias del indulto otorgado por PPK, es el nivel elevado de intolerancia que se ha producido y al que hemos llegado entre compatriotas. En efecto, uno puede advertir en los diversos sectores y planos sociales, como la confrontación, acusación y defensa cerrada que se hace respecto de dicha medida se ha impuesto al punto que el insulto viene marcando la forma de comunicación entre apurimeños y peruanos.

Esta preocupación por la polarización no es un tema menor. Pone en cuestión las bases mínimas de nuestra convivencia social que debe basarse en el diálogo, la tolerancia y la concertación. Claramente es importante entender que dicha polarización obedece a las dos formas opuestas de cómo se recuerda el gobierno fujimorista y el periodo de la guerra interna en general. Mientras para unos es recordado como el gobierno salvador de la amenaza subversiva y que sentó las bases de la prosperidad, para sus críticos, orilla en la cual nos ubicamos, está es recordada como el gobierno corrupto que aborto la democracia e instalo un régimen dictatorial que vulneró los derechos humanos y destruyo las instituciones.

Si bien es derecho legítimo de cada ciudadano la libre opinión sobre los acontecimientos históricos, desde Llaqtanchispaq consideramos que estas deben cuidarse de no caer en extremismos y niveles de intolerancia que anulen la posibilidad del dialogo, la tolerancia y por ende el trabajo colectivo por el desarrollo de nuestra región.

En Apurímac, donde convivimos y enfrentamos problemas preocupantes y graves como la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad, el extractivismo con vulneración de derechos, las violencias contra la mujer y los sectores vulnerables, trascender la polarización es un reto ineludible.

Esto es más importante aún, si consideramos que este año, en el que elegiremos a nuestras nuevas autoridades, debemos de poner en la agenda del debate público, el tipo de región que queremos construir colectivamente. Si permitimos que la polarización siga imponiéndose, solo contribuiremos al entrampamiento de nuestra región.