Editorial: 2017-12-22

¡Que se Vayan Todos!

Nuevamente tenemos en el Perú una crisis política que remece las instituciones y al conjunto del país. El Presidente de la República nos ha mentido, y hoy tenido que reconocer que ha tenido negocios con Odebrecht. Todo parece indicar que su permanencia en el cargo es insostenible.

Por otro lado el congreso de la república, desde la mayoría y control que tiene el fujimorismo, viene desarrollando una ofensiva para capturar el Tribunal Constitucional y el Ministerio Público, según algunos analistas, buscando además desde la Comisión Lava Jato, blindar y encubrir a Keiko Fujimori y a Alan García, que a pesar de ser mencionados igualmente en los testimonios que han brindado a la justicia Barata y Marcelo Odebrecht, pasan hoy desapercibidos y quieren salir libres de polvo y paja de esta crisis de corrupción que empaña a toda la clase política.

Semanas atrás hemos visto el caso de Susana Villarán, quien desde la izquierda parece haber sido involucrada a través del apoyo que habría dado Odebrecht a su campaña por el No a la Revocatoria.

Pero… ¿Qué sucede en nuestro país?, ¿Es que toda la clase política está comprometida en este tipo de arreglos?, ¿Es que no hay otra forma de hacer política?

Responder estas preguntas parece vital para repensar un país distinto.

Según algunos analistas, lo que está pasando con el presidente PPK no es nada nuevo. No es sino la muestra de la forma en que se hace política hoy. Es decir, en la gran mayoría de casos, las autoridades elegidas no serían sino funcionarios que las empresas cooptan para que representen sus intereses. Es decir, la gestión pública parece funcionar con autoridades que en vez de defender los intereses de los ciudadanos y del país, venden sus funciones y terminan defendiendo los intereses de las empresas. Solo así se puede entender que tengamos a la policía o incluso a las fuerzas armadas, con convenios secretos con las empresas, o cuidando los campamentos mineros en vez que a la ciudadanía.

Cada vez son más las voces que dicen “Que se vayan todos”, aludiendo a la necesidad de cambiar a toda la clase política de nuestro país, que vive gobernando para intereses particulares y no para los peruanos.

La pregunta es si en realidad vamos a expulsar a toda la clase política y a renovar las formas de gobierno, incluso caminando hacia una nueva constitución. O si esta va a ser una raya más al tigre, que marque la corrupción como forma de gobierno, con ciudadanos resignados y pasivos, que aguantan todo.

Los próximos días veremos cuál es la tendencia.

¡Las calles tienen la palabra!